sábado, 12 de marzo de 2011

Para ser libres




Todos crecemos en un determinado entorno social, que forma nuestras bases, nuestros conocimientos primarios de cómo funcionan las relaciones con otros humanos y con nuestro entorno.
Todos tenemos premisas que se marcaron a fuego desde la primera etapa de nuestra existencia. Nos basamos en estas premisas para crecer, para nuestro desarrollo como seres dentro de determinado entorno social.

En cierto momento, algunas vidas se dan cuenta de que lo que están viviendo, a lo que siempre estuvieron acostumbrados dentro de tal sistema de vida, no fue siquiera cuestionado en ellos. Podemos pasarnos toda una vida sin preguntarnos porqué vamos a donde vamos, vivimos donde vivimos, hacemos lo que hacemos, odiamos, amamos o defendemos lo que defendemos. Cuando llegamos ya todo estaba hecho, y uno se acomodó dentro de la gran rueda que estaba girando.

Al comenzar a cuestionarse estos cimientos conocidos, llegan las grandes crisis y junto a ellas las grandes liberaciones.

Liberarse significa desprenderse de esas bases a las cuales estamos aferrados, nuestros cimientos, nuestro suelo, nuestra aparente constitución. Cuando soltamos esas bases parecería que nuestro mundo se derrumba. Ya no hay horizonte prefijado, ya no hay conocimiento acumulado. Ya no hay un camino marcado.

Este soltar de todo lo conocido, y caminar hacia el abismo de lo desconocido genera un gran miedo, una incertidumbre constante. Pero también una liberación, una inmensa sensación de desprenderse de algo que no es propio, de algo que fue instalado, para comenzar a descubrir y luego construir lo que sí es creado por nosotros. La sensación es de alivio.

Este soltarse de los cimientos, de los paradigmas que nos formaron es el gran desafío que nos toca.

Una vez que soltamos, todo cambia. El mundo que vemos cambia. Los límites que teníamos cambian. Ya no es necesario aferrarse a un límite social que nos fue enseñado, sino observar, vivenciar y comprender como funciona la vida a nuestro alrededor… los movimientos orgánicos de todos los seres y la materia que existe en el universo, cada parte siendo lo que es.

No se trata de criticar un sistema de vida para elevar otro como verdadero, o determinado pensamiento para hacerlo totalitario. Se trata de observar, sin juicios que nos fueron impuestos, y comenzar a reconocer nuestra propia vida en su sentido más puro y real.

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